Quizá una de las frases más trascendentes del Beato Juan Pablo II fue haber dicho que la religión judía es intrínseca a nuestra religión católica. “Vosotros, los judíos, sois nuestros hermanos preferidos y, en cierto modo, nuestros hermanos mayores.”
Eso –según varios teólogos y fieles— es justificar a quienes crucificaron a Cristo y a Cristo como un reo merecedor de la crucifixión.
Y que por eso se le han hecho tantas rectificaciones al Nuevo Testamento, constituido con palabras de Cristo, en tanto que el Viejo Testamento (obra de los judíos) se le declara “verdadera pedagogía divina”, según el Concilio Vaticano II.
Por su parte, el historiador judío Paul Johnson afirma que entre judaísmo y cristianismo “no existe absolutamente ningún compromiso; cada fe representa una amenaza para la otra.” (Pág. 150 de ‘Historia de los Judíos’, 1991).
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